En la Muy del mes de junio aparece una entrevista a Robert Proctor, profesor de historia de la ciencia de la universidad de Stanford, que no sólo se dedica a enseñar, sino a comprobar qué no saben sus estudiantes.
El año pasado salió a la luz su libro "Agnotología: La construcción y destrucción de la ignorancia". Aquí os paso un extracto de su entrevista:
–¿Qué es la agnotología?
–Es el estudio de la política de la ignorancia. Investigo cómo la ignorancia se genera activamente a través de cosas como el secretismo en los avances científicos militares o por medio de políticas deliberadas. Es el caso del esfuerzo en generar confusión por parte de una industria del tabaco cuyo lema no es otro que “La duda es nuestro producto” (este fue explicado en detalle en la memoria de una compañía tabacalera de 1969). El conocimiento no siempre crece, también puede destruirse.
–¿La fabricación de ignorancia es un fenómeno frecuente?
–Sí, es bastante común. Uno de los casos más conocidos es el del calentamiento global. Los que niegan su existencia han repetido insistentemente durante años: “No está probado que se esté produciendo, necesitamos más investigación”. Piden mayor precisión, cuestionan los métodos físicos, idean posibilidades alternativas y crean cortinas de humo. Pero lo interesante es que muchas de las personas que están implicadas en esta campaña de desinformación son las mismas que también trabajan para las Big Tobacco –el término peyorativo para hablar de las grandes empresas tabacaleras–.
Y es que el post que escribí la semana pasada sobre las modas en las editoriales, esta entrevista, y otra que acabo de encontrar en el boletín de IO de junio a Juan Goytisolo, y que se expresa en la misma línea ("Estamos informados de lo que no es necesario. De lo realmente importante no nos cuentan nada. Por eso llegan sorpresas como el desplome de las bolsas"), me han hecho pensar.
¿Somos una sociedad cada vez más inculta?, ¿no somos, teóricamente, la sociedad de la información?. La cantidad de información que va surgiendo y a la que nos exponemos crece de forma exponencial, y cada vez es más difícil, por no decir imposible, centrar nuestra atención en todos los estímulos que recibimos. Así la atención pasa a ser un recurso escaso, y nuestra labor al acceder a la información comenzará por separar lo valioso del "ruido". Éste fenómeno recibe el nombre de "infoxicación", y está acuñado por Alfons Cornella.
Así que tenemos cada vez más cantidad de información por un lado, la capacidad limitada de atención y por tanto, de procesar información, y por otro lado, según las palabras de Antoni Brey: "la inclinación colectiva creciente hacia el pragmatismo y un desinterés por el conocimiento en sí mismo" (del libro "La Sociedad de la ignorancia" de Antoni Brey, Daniel Innerarity y Gonçal Mayos ). Y palabras muy similares en boca de Emilio Lledó: "me preocupa la ofuscación e ignorancia creciente de los políticos y de quienes tienen el poder. Me inquieta el no saber, el no querer saber y la manipulación de los medios de comunicación".
Consumimos sólo parte de la información, y en muchos casos la información es sólo parcial o está manipulada. Por otro lado, cada vez es mayor el número de personas a las que no les interesa aprender. Así de simple. Sus objetivos son cubrir sus necesidades primarias, sobre todo en una época como ésta. Y lo entiendo. "No voy a pararme a pensar que los problemas que tiene la sociedad actual para abastecerse energéticamente, por ejemplo, cuando no sé si voy a seguir conservando mi trabajo para hacerme cargo de mi familia".
El problema está cuando la educación de nuestros hijos depende de nosotros, y no somos capaces de inculcarles el deseo de aprender, cuando no ven en nosotros el más mínimo interés. El problema está en que hemos creado a la "generación ni-ni": que ni estudia ni trabaja, ni tiene ilusiones ni esperanzas.
El problema está en que tenemos en nuestras manos la democracia, y no somos capaces de pararles los pies a los políticos de pacotilla, que actúan desde el desconocimiento y son ellos los que con sus leyes, y nuestros votos, los que van dirigiendo a la sociedad hacia un destino en el que en muchos casos no estemos de acuerdo.
El problema está en una sociedad que no se molesta en conocer al otro, al extranjero, y esa falta de conocimiento genera miedo, y ese miedo es una de las semillas del racismo que crece en toda Europa, con el auge de la ultraderecha en las elecciones europeas.
Me gustaría pensar que aún estamos a tiempo de cambiar, si hay voces que se levantan reclamando información de calidad, si somos capaces de demandar información veraz y pertinente, quizá aún estemos a tiempo de seguir aprendiendo y poder solucionar muchos de los problemas que hemos creado.
El año pasado salió a la luz su libro "Agnotología: La construcción y destrucción de la ignorancia". Aquí os paso un extracto de su entrevista:
–¿Qué es la agnotología?
–Es el estudio de la política de la ignorancia. Investigo cómo la ignorancia se genera activamente a través de cosas como el secretismo en los avances científicos militares o por medio de políticas deliberadas. Es el caso del esfuerzo en generar confusión por parte de una industria del tabaco cuyo lema no es otro que “La duda es nuestro producto” (este fue explicado en detalle en la memoria de una compañía tabacalera de 1969). El conocimiento no siempre crece, también puede destruirse.
–¿La fabricación de ignorancia es un fenómeno frecuente?
–Sí, es bastante común. Uno de los casos más conocidos es el del calentamiento global. Los que niegan su existencia han repetido insistentemente durante años: “No está probado que se esté produciendo, necesitamos más investigación”. Piden mayor precisión, cuestionan los métodos físicos, idean posibilidades alternativas y crean cortinas de humo. Pero lo interesante es que muchas de las personas que están implicadas en esta campaña de desinformación son las mismas que también trabajan para las Big Tobacco –el término peyorativo para hablar de las grandes empresas tabacaleras–.
Y es que el post que escribí la semana pasada sobre las modas en las editoriales, esta entrevista, y otra que acabo de encontrar en el boletín de IO de junio a Juan Goytisolo, y que se expresa en la misma línea ("Estamos informados de lo que no es necesario. De lo realmente importante no nos cuentan nada. Por eso llegan sorpresas como el desplome de las bolsas"), me han hecho pensar.
¿Somos una sociedad cada vez más inculta?, ¿no somos, teóricamente, la sociedad de la información?. La cantidad de información que va surgiendo y a la que nos exponemos crece de forma exponencial, y cada vez es más difícil, por no decir imposible, centrar nuestra atención en todos los estímulos que recibimos. Así la atención pasa a ser un recurso escaso, y nuestra labor al acceder a la información comenzará por separar lo valioso del "ruido". Éste fenómeno recibe el nombre de "infoxicación", y está acuñado por Alfons Cornella.
Así que tenemos cada vez más cantidad de información por un lado, la capacidad limitada de atención y por tanto, de procesar información, y por otro lado, según las palabras de Antoni Brey: "la inclinación colectiva creciente hacia el pragmatismo y un desinterés por el conocimiento en sí mismo" (del libro "La Sociedad de la ignorancia" de Antoni Brey, Daniel Innerarity y Gonçal Mayos ). Y palabras muy similares en boca de Emilio Lledó: "me preocupa la ofuscación e ignorancia creciente de los políticos y de quienes tienen el poder. Me inquieta el no saber, el no querer saber y la manipulación de los medios de comunicación".
Consumimos sólo parte de la información, y en muchos casos la información es sólo parcial o está manipulada. Por otro lado, cada vez es mayor el número de personas a las que no les interesa aprender. Así de simple. Sus objetivos son cubrir sus necesidades primarias, sobre todo en una época como ésta. Y lo entiendo. "No voy a pararme a pensar que los problemas que tiene la sociedad actual para abastecerse energéticamente, por ejemplo, cuando no sé si voy a seguir conservando mi trabajo para hacerme cargo de mi familia".
El problema está cuando la educación de nuestros hijos depende de nosotros, y no somos capaces de inculcarles el deseo de aprender, cuando no ven en nosotros el más mínimo interés. El problema está en que hemos creado a la "generación ni-ni": que ni estudia ni trabaja, ni tiene ilusiones ni esperanzas.
El problema está en que tenemos en nuestras manos la democracia, y no somos capaces de pararles los pies a los políticos de pacotilla, que actúan desde el desconocimiento y son ellos los que con sus leyes, y nuestros votos, los que van dirigiendo a la sociedad hacia un destino en el que en muchos casos no estemos de acuerdo.
El problema está en una sociedad que no se molesta en conocer al otro, al extranjero, y esa falta de conocimiento genera miedo, y ese miedo es una de las semillas del racismo que crece en toda Europa, con el auge de la ultraderecha en las elecciones europeas.
Me gustaría pensar que aún estamos a tiempo de cambiar, si hay voces que se levantan reclamando información de calidad, si somos capaces de demandar información veraz y pertinente, quizá aún estemos a tiempo de seguir aprendiendo y poder solucionar muchos de los problemas que hemos creado.